martes, 9 de diciembre de 2008

La tejedora


Lentamente me adentre por el pasillo sin saber que me esperaba tras la siguiente puerta, yo no quería estar ahí no podía estar ahí.. Pero un hombre tiene que afrontar las consecuencias de sus actos.

La tejedora no merece esto, me decía, ella no es culpable de ser lo que es, solo hace lo que su naturaleza le pide… de pronto una helada brisa recorrió mi espalda como si de la hoja de una navaja se tratase, el frió se transformo en una fuerte y calida respiración, era ella lo sabia, rápidamente me di vuelta solo para presenciar lo inevitable

1 comentario:

María Teresa Fuenmayor T. dijo...

Arrebujada en un viejo y raido manto, circundada por la penumbra, apenas podía distinguir su figura del entorno. Sólo sus ojos, brillantes y expresivos -más brillantes y expresivos de lo que lograba recordar- que me miraban fijamente daban un poco de vida a la tétrica escena.
-"¿Lo trajiste?"-la ansiedad de su voz me golpeó dentro, muy dentro.
Sabía que le iba en ello la vida.
"-¿Lo trajiste?".preguntó ya casi desesperada.